Un equipo dirigido por una científica puntana busca la cura del Alzhéimer

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La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 11 de febrero como el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia en reconocimiento al papel clave que desempeñan las mujeres en la comunidad científica y la tecnología. Ana Anzulovich, es una sanluiseña que merece ser reconocida por su aporte en esta área.

Ana Anzulovich es una mujer sanluiseña y científica. Es doctora en bioquímica, investigadora del CONICET, dirige un equipo de 17 personas que trabaja en cronobiología y, desde 2006, investigan la posibilidad de detección temprana de la enfermedad de Alzhéimer y otros tipos de demencias que afectan a, aproximadamente, el 20 % de las personas mayores de 70 años.

Ana es amable, habla pausado y explica de manera sencilla, como buena docente, un trabajo que no lo es. Sus ojos, aunque pequeños, transmiten la pasión que le despierta la ciencia, aún después de tantos años.

Ella dirige el Laboratorio de Cronobiología del Instituto Multidisciplinario de Investigaciones Biológicas de San Luis, una tarea conjunta entre el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET, y la Universidad Nacional de San Luis, dependiente del Área de Química Biológica de la Facultad de Química, Bioquímica y Farmacia.

En 2006, a partir un subsidio que le fue otorgado a la profesional siendo becaria del Fogarty Internacional Center, dependiente del Gobierno de Estados Unidos, pudo comenzar su investigación sobre los procesos y fenómenos biológicos, fisiológicos y comportamentales.

“Cada uno de estos procesos tiene variaciones que se dan con una cierta periodicidad, nosotros estudiamos los que tienen una duración de 24 horas y se denominan ciclos circadianos. Estos son, por ejemplo, el sueño y la vigilia. Nos centramos en el comportamiento de las diferentes proteínas y moléculas relacionadas con la memoria y el aprendizaje en ese período de tiempo”, sintetizó, sobre su trabajo, la investigadora.

Uno de los ejes del estudio es el envejecimiento de estos ritmos circadianos. “Por ejemplo, nuestros abuelos sufren de alteraciones en el sueño, y esto afecta la memoria y el aprendizaje.

Con un tratamiento de base cronobiológico, a través de medicamentos que ya se utilizan para la diabetes y la vitamina A, hemos logrado, en experimentación con animales de laboratorio, reestablecer, en algunos casos de manera parcial y en otros de manera total, estos ritmos y esto es un avance muy importante”, evaluó Ana.

Otra línea de investigación que sigue el equipo es la obesidad. “Cuando existe obesidad en el adulto se pueden notar indicios o marcadores que se relacionan con la posterior aparición del Alzheimer. Por esto, trabajamos en un perfil temprano de diagnóstico que es fundamental para la medicina preventiva. Esta enfermedad es una de las demencias más frecuentes en los adultos mayores, es también la más incapacitante para el enfermo y la familia. Por esto es tan importante la investigación en el control de los ritmos circadianos, si los podemos mejorar, podemos tratar mejor la enfermedad”, detalló.

El Laboratorio sigue este trabajo, iniciado hace casi 20 años, con la ayuda de subsidios nacionales, a través del Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica, FONSYC, CONICET y recursos propios de la Universidad Nacional de San Luis. “Este apoyo no sólo nos ha permitido continuar con la investigación, sino también hacerlo ejercitando la creatividad ya que es necesario optimizar esos recursos”, dijo Anzulovich. Este esfuerzo y sus resultados ya han sido difundidos en más de 40 publicaciones nacionales e internacionales.

 

La ciencia en la vida cotidiana

Para Ana, la ciencia es necesaria para dar respuesta y mejorar muchos procesos en el desarrollo de un país. Por eso señaló otra aplicación más relacionada al conocimiento y manejo de los ciclos circadianos: “Desde la cronobiología sabemos que las personas tienen distinta predisposición a realizar actividades en los diferentes momentos del día. Así, conociendo el cronotipo, se puede eficientizar el desempeño fisiológico de una persona. Por ejemplo en las escuelas. Sabemos que los adolescentes, en general, tienen un cronotipo vespertino, pero que no alcanza su punto de desarrollo hasta, alrededor, de las 8.30 de la mañana, por esto, lo que ocurra antes de eso, seguramente no recibirá la atención correspondiente”, ejemplificó la investigadora.

La mujer en la ciencia

Ana asegura que son muchos los espacios ganados por las mujeres en la ciencia en estos últimos años. Sin embargo, reconoce que aún existen ramas de las ciencias en las que predominan los hombres e incluso que son los varones quienes continúan ocupando los puestos de mayor jerarquía. “Las mujeres hemos ganado muchos espacios y logrado muchas conquistas, pero nos queda trabajo por delante y debemos seguir capacitándonos para realizar aportes a las investigaciones, por eso es importante seguir despertando las vocaciones en las niñas que serán las futuras científicas”, opinó la investigadora.

 

La joven Ana y su aproximación a las ciencias

Ana Anzulovich es de aquellas personas que siempre supo qué quería ser. Una suerte que no muchos comparten. Estimulada por padres lectores y rodeada de revistas y libros de todo tipo, llegar al conocimiento era sólo cosa de tomar el lomo de una publicación, encontrar un lugar cómodo y sentarse a leer. “Este entorno en mi infancia me despertó la curiosidad respecto de un sinfín de cosas. Luego llegó una tía a casa que estudiaba la carrera de Farmacia y hojear sus libros fue para mí una práctica habitual. Me fascinó ese mundo, me fascinó la ciencia”, recuerda la Doctora.

Esta seguridad quedó plasmada en unos de sus cuadernos de 5° grado, cuando la maestra del Instituto Aleluya al que asistió, le pidió al grado realizar una composición sobre sus expectativas al convertirse en adultos. “Yo quería ser farmacéutica o bioquímica y hasta me dibujé trabajando en un laboratorio”, recordó sobre ese dibujo premonitorio.

Más adelante, ya cursando el secundario en el mismo Instituto, fueron dos docentes, de Biología, Alicia Molina, y de Química, Sra. De Aguado, quienes influyeron en su vocación.

Ya en su formación universitaria, las mujeres seguirían guiando su camino. “La doctora SofíaGiménez me incentivó a, apenas terminada la licenciatura, comenzar con el doctorado, y la directora de la tesis, Liliana Olivero, me enseñó a hacer ciencia”, recuerda emocionada sobre esos años de aprendizaje y esfuerzo.

 

Consejo para las niñas científicas

Ana insiste en que es necesario despertar la fascinación por la ciencia en los niños. “A mí la ciencia me fascina, es creativa, es lo opuesto a la rutina”, asegura la doctora. Y continúa: “La ciencia nos abre las puertas al conocimiento y nos brinda respuestas a muchos problemas, nos da la satisfacción del descubrimiento, aprendemos a trabajar en equipo y esa variedad de miradas siempre enriquece. Por esto la ciencia no debe estar encerrada en un laboratorio, siempre debería salir de allí para hacer un aporte a la sociedad”, concluyó.